Llegó a él como un amigo.
Lo trató como un
amante.
Él le dio la
bienvenida, lo aceptó, lo disfrutó.
Era a lo que estaba
acostumbrado.
Cuando sintió el primer
pinchazo de realidad, el miedo no fue su
reacción.
Él lo estudió,
aprendió cómo confiar en eso.
Pronto se convirtió en
un compañero de cama familiar,
siempre allí, siempre
queriendo más.
Sólo entonces él
sintió pánico.
Youji se quitó
las sábanas de encima de una sentada, irguiéndose
demasiado rápido para sentir la sangre afluyendo a su
cabeza. Se quedó sin aliento, los ojos fijos delante de
él, mirando sin ver. Aún estaba allí y se resistía a
dejarlo ir tan fácilmente. El cuarto giraba a su
alrededor pero lo toleró. Aferrándose con fuerza a la
pata de la cama tras él hasta que las sensaciones se
calmaron, como una tormenta.
Todo estaba como
él lo dejara, su cuarto meticulosamente ordenado excepto
por una pila de cds desparramados sobre un escritorio de
roble. En el segunto estante del escritorio había un
estereo caro, con una luz roja titilando de forma
ominosa. La alarma había estado desconectada por un
rato, silenciosos dígitos moviéndose mientras la luz
roja seguía titilando. Una melodía metálica, caótica,
urgiéndolo a sacudirse su ensueño..
Fue sólo
una pesadilla se aseguró a sí mismo. Una mano
subió hasta su frente con la necesidad inconsciente de
secarse el sudor de ella. Estuvo a punto de gritar al
advertir la sangre seca bajo sus uñas, un recordatorio
de la noche pasada.
Youji se
levantó tambaleante, tropezando con el montón de
sábanas que arrojara al piso antes, enredándose en
ellas. Sus pies quisieron avanzar pero las sábanas lo
retenían. Terminó cayendo al piso, golpeándose en un
codo al tratar de sostenerse. Sólo un sueño, se
obligó a repetirse.
¡Vos sos
el soñador, Youji!
¡Esa voz !
Revolviéndose sobre su estómago en un vano intento de
alzar la vista, Youji no anticipó una ráfaga de dardos
que silbaron junto a sus oídos. Atravesaron el aire,
clavándose en el suelo para formar la silueta del
estremecido cuerpo de Youji.
¿Q..
qué? tartamudeó, entonces se obligó a
sobreponerse al shock y actuar por reflejo e intuición.
Sin esperar que el atacante golpeara de nuevo, Youji
restalló con ambas piernas la del otro hombre, esperando
sorprenderlo con la guardia baja.
Antes de que su
doble patada hiciera contacto, una fuerza contundente
contuvo sus tobillos, sujetándolos con fuerza al piso de
nuevo. Fue entonces que Youji tuvo una visión fugaz de
los dos hombres que lo emboscaran.
¡N...no!
Oh, sí,
Youji.
Youji miró
fijamente a Omi y en el suelo a Ken, que resultó ser
quien lo contenía. Estos no eran sus enemigos, ¡se
suponía que fueran amigos!
¿Se
trata de alguna clase de broma?
Soñás
demasiado, Youji. Con el destino. Con las circunstancias.
Con la moral ética. Justificás lo que hacés pero al
final, es todo un sueño.
¡No
entiendo adónde demonios quieren llegar! le gritó
a Ken, horrorizado cuando Omi se sacó un guante y
comenzó a despellejar su propia mano. ¡Esto no es
real! ¡Esto no es REAL! cerró con fuerza los
párpados y se propuso no escuchar ni sentir nada. El
puñetazo que lo alcanzó hizo que sus ojos volvieran a
abrirse, jadeando y tosiendo. Un delgado hilo de sangre
corrió desde su labio superior, donde el puño lo
golpeara.
Soñás
un cuento de hadas. Una vida de mentiras. Youji el
héroe. Youji el temido. Youji el eliminador de todo lo
malo Omi sonrió torvamente, apartando sus dedos de
su otra mano para mostrar una serie de venas expuestas,
carne y sangre que fluía. Descendía por su muñeca,
enroscándose a su alrededor como tallos de parra.
Pero esto es lo que sos en realidad, Youji el débil.
Mirá bien lo que sos - de lo que sos capaz.
¡Jamás
te lastimaría!
¿Cuál
fue la última cosa con la que te hiciste la fiesta?
inquirió Ken. Él también sonreía, negándose a
permitir que la circulación se restableciera en las
piernas de Youji.
Todos
salimos anoche. Acaso ustedes dos tomaron algún veneno ?
Normalmente, eso
hubiera sido dicho como una broma burlona, pero no hoy.
El estómago de Youji se retorcía de náuseas viendo la
mano arruinada de Omi goteando constantemente sobre la
pequeña alfombra blanca, formando una isla bajo su cama.
Rojo y blanco mezclándose para crear un color que
tendría que haber sido rosa, pero que se tornó marrón
primero y luego negro. ¿Cómo podía ser esto un sueño
? Se sentía demasiado real. El dolor, todo lo que estaba
viendo, que podía pensar racionalmente y mantener la
lógica en su terror.
Un alma,
Youji. Lo último con lo que te hiciste la fiesta antes
irte a dormir era un alma. Un alma humana.
La reiterada
mención de "alma" acentuó la sonrisa torcida
de Omi. Tan diferente de su disposión normalmente gentil
y amable. Omi nunca actuaría así - ningún ser humano
normal lo haría. Como sea, el muchacho probó a Youji
que estaba equivocado alzando ambas manos, los puños
cerrados como si tuviera algo en ellos. Retiró un brazo
lentamente hasta que Youji pudo ver el destello del
metal. Omi le había robado su arma, un alambre oculto en
su reloj, inocente en apariencia.
¿Te
acordás como terminaste con la vida de ese hombre?
¡No era
"un hombre"! ¡Yo estaba vengando a la
chiquilla que él mató!
Lo que
hiciste fue... asesinarlo.
¡NO!
Forma
parte de la descripción de tu trabajo, ¿no?
Youji forcejeó
con más ímpetu, tirando de sus tobillos en un intento
de liberarlos, aterrorizado cuando Omi se arrodilló tras
Ken.
¡NO!
¿No es
ésta la forma en que lo hiciste? Omi enroscó el
alambre en torno a sus manos varias veces para tensarlo,
luego la pasó sobre la boca de Ken. Observó la
expresión de Youji mientras su amigo era asfixiado hasta
morir . ¿Por qué te sorprendés tanto? ¿Acaso no
te gusta contemplar la cara de tus víctimas? ¿Sabías
que tu cara es lo último que ven
¡DIOS,
OMI, PARÁ!
Okay, si
es lo que querés realmente.
La tensión
cedió, quitando todo sostén a Ken, que se desplomó con
ruido sordo.
Esto no
es real. Esto no es real.
Omi se inclinó
sobre Youji, tomando su mentón con dos dedos y
levantándole la cabeza rudamente.
Todos
tenemos que morir tarde o temprano. ¿Con qué derecho
decidís por nosotros cuándo debe ser? pateó a un Youji estupefacto en la
espalda, secando el alambre ensangrentado en su manga,
enroscándolo en torno a su propio cuello. ¿Por
qué no te la hago más fácil?
Lo siguiente que
escuchó Youji fue un grito interrumpido, instándolo a
alzar la vista. Allí, balanceándose atrás y adelante
del lazo que él mismo había hecho estaba Omi. Las
pupilas congeladas, enfocándose en algo demasiado
desgraciado para siquiera imaginarlo.
No. No es
....real. No... es... real barbotó, apretando los
nudillos ardientes sobre sus labios. Se apartó de ellos,
gritando al ver más sangre. Ellos estaban en su
consciencia. Él los había matado. Era todo culpa
suya ¿¡POR QUÉ!? aulló, agarrándose el
pelo en un brusco gesto de futilidad. Ken... Omi...
Levantate.
¡Aya!
Youji se aferró a las piernas de Aya, no
preguntó de dónde había aparecido. Se aferró como si
este hombre fuera lo último que vería.
No sos
más que un asesino, chico de las flores gruñó el
pelirrojo.
La última cosa
que Youji sintió antes de morir fue una larga hoja
atravesándolo y destrozando tanto su cuerpo como su
alma.
¡Youji!
Noooo.
¡Dale!
No...
Aya... no...
Omi intercambió
miradas con su amigo, preocupado por el que ya había
dormido cuatro horas más de la cuenta y ahora se había
perdido en un mar de pesadillas. Cuando Youji no llegara
a desayunar a tiempo, nadie lo mencionó. Ken también
había demorado en sentarse ante su plato de panqueques y
tostadas. Dos horas más sin señales de Youji impulsaron
a Omi a subir una bandeja con el desayuno. Tal vez su
camarada estaba enfermo y necesitaba un poco de cuidados
ese día. No era ése el caso cuando Omi encontró a
Youji pateando y gritando roncamente, más allá de todo
método que pudiera usar para despertarlo.
Ahora, Ken y Omi
se habían situado muy cerca de la cama, tratando de
calmar una fiebre invisible y esperando lo mejor.
¿Por
qué sigue llamando a Aya ? preguntó Omi.
Ken no parecía
seguro al respecto.
Quizás
está siendo atacado por Aya. Ellos dos no se llevan
precisamente bien.
Aya
solamente es muy selectivo cuando decide hablar. Eso no
significa que no se soporten.
No me
refería a Aya. Youji es un bocón.
Y vos sos
temperamental. ¿Quién puede decir qué es peor?
El mayor de los
muchachos mordió el cebo, irguiéndose ante la
acusación de Omi.
Todos
tenemos nuestros defectos. Pero al menos yo no me pego
una sonrisita ridícula en la cara durante todo el día
sólo para impresionar a las chicas. Vos creés que
porque sos el menor de nosotros vas a evitar que te
juzguen. Puedo ver a través de tu sonrisita falsa.
Omi retrocedió,
profundamente ofendido por el insulto.
Para tu
información, una personalidad jovial es mucho mejor que
una lastímera, como la tuya. Reíte de mí todo lo que
quieras, ser una persona agradable no lastima a nadie
como tus puños voladores entonces, para probar que
era en verdad sincero sobre su personalidad, esbozó otra
sonrisa. Como sea, no deberíamos estar discutiendo
cuando el pobre Youji está en cama con gripe.
Una larga sombra
se proyectó en la entrada.
¿Cómo
puede tener gripe sin fiebre?
Aya entró,
ignorando a todos menos a Youji, pero no sin severidad.
Le preocupaba más el bienestar del amigo que una
querella sin sentido. ¿Trataron de despertarlo?
Sí
respondió Omi. Hasta traté de sobornarlo
con un directorio que enlista a todas las mujeres de la
ciudad.
Ése no
es un buen abordaje Aya se sentó al borde de la
cama de Youji, le sujetó ambos hombros y lo sacudió
violentamente. ¡Arriba, Youji! Ya perdiste tres
horas de tu sueldo.
Casi
automáticamente, las pestañas de Youji se agitaron y
sus ojos se abrieron, su boca moviéndose como si fuera a
gritar.
¡Aya!
exclamó, sorprendido y asustado al mismo tiempo.
Estábamos tan preocupados lo reprendió Omi.
¡Omi!
entonces advirtió los ojos oscuros de mirada
enfadada. ¡Ken! Están bien los dos.
¿Estábamos en tu pesadilla? preguntó Ken.
¿Pesadilla? la palabra alcanzó sus labios pero
no sus ojos, que estaban ocupados buscando sangre en sus
uñas. Ningún rastro en ellas, ni bajo ellas, ni en
ninguna parte de su cuerpo. Las uñas estaban tan limpias
como si las hubiera refregado la noche anterior... y lo
había hecho.
Suficiente charla. Lo discutiremos más tarde. Por ahora,
¿no tienen ustedes dos un negocio qué atender?
Aya esperó hasta que Omi y Ken no pudieran oírlo
antes de hablarle a Youji. ¿De qué se trataba
esta vez?
La confusión
hizo que Youji demorara en responder.
¿Qué
querés decir con esta vez?
Los
últimos días no fuiste lo que se llama un tronco
durmiendo.
No lo
recuerdo.
Aya no era un
hombre de muchas palabras. Simplemente se incorporó y
cabeceó en dirección al baño.
Date una
ducha y tomá tu desayuno. Lo hablaremos esta noche,
cuando lo recuerdes.
Una hora entera
pasó y Youji todavía no había bajado a la florería
donde debía estar. Uno de los colegios del vecindario
había terminado sus clases del día, dibujando una fila
de chicas que se apretujaron en el estrecho negocio.
¡Oh!
Ahí veo a Omi exclamó una chica.
Comenzaron a rodear a
cada uno de los jóvenes, siguiéndolos atentamente. Nada
nuevo, pero cada vez parecía exasperarlos más. A todos
excepto a Omi, que no tenía problemas en recoger elogios
y miradas soñadoras.
Si no van
a comprar nada... todas se cubrieron los oídos al
tiempo que Aya explotaba VAYANSE! . Ya había
tenido suficiente asedio por el día. Colegialas
masculló por lo bajo mientras ellas retrocedían,
más de una decepcionada.
Eso dejó la
florería vacía.
¿Qué es
esto ? Omi sonrió de costado, recogiendo un
paquete que estuviera hasta entonces en el piso. Se
lo mandan a Youji.
¿Para
mí ? hablando de Youji, el aludido caminó hacia
ellos, luciendo bastante fresco y alerta después de su
ducha. Las horas extra de sueño tampoco lo habían
dañado precisamente. Me pregunto qué podrá ser
tomó la caja de manos de Omi, demasiado cauteloso
para sacudirla. En cambio la olió, desgarrándola como
un lobo en cuanto olió perfume. ¿Quién las puede
haber mandado ?
Acordate
que todavía tenés algunas lagunas en tu memoria
lo regañó Aya.
¿Flores
? el ramo dentro de la caja estaba arreglado de una
manera que hizo sospechar a Youji. ¿Ustedes no
saben quién mandó esto ?
Nop.
Estaba ahí tirado se encogió de hombros Ken, sin
preocuparse por ayudar a su amigo en sus juegos de
adivinanzas. No podía evitar estar celoso de que un
mujeriego como Youji se las hubiera compuesto para atraer
a alguien. Tan lleno de promesas locas y un ego
inflamado, de todas formas Youji difícilmente hacía
citas, no importaba cuánto lo intentara. En el pasado
había sido más sociable con las mujeres (si era posible
salir con más mujeres que con las que él ya había
salido), pero en estos días Youji estaba teniendo una
mala actitud consigo mismo. Le gustaba defender la
seguridad y el honor de las mujeres de todo lo que
pudiera ser peligroso... para ellas. Como fuera, un
regalito nunca lastima a nadie.
¿Por
qué la tarjeta tiene nuestro sello ?
Um...
por más que quiso, Omi no pudo hallar una
explicación. El arreglo floral tenía el estilo
característico de alguien en especial. Decidió no
comentar sus propias sospechas a menos que Youji las
descubriera primero.
O uno de
ustedes sabe quién mandó esto, o alguien lo hizo como
un patético acto de simpatía.
Omi se encogió
de hombros. Aya puso los ojos en blanco, más malhumorado
que nunca. Ken parecía nervioso pero se cuidó de
ocultarlo. Él también había reconocido el estilo del
arreglo y no hablaba particularmente en su favor.
Aun si
quiensea que lo haya mandado lo hizo con buena
intención, no me importa. No me gustan los hombres y no
voy a aceptar ningún regalo de ningún hombre. El sólo
pensarlo me enferma.
Youji hizo gesto
de dejar el arreglo en el tacho de basura. Se volvía
sumamente suceptible en lo concerniente a regalos de
hombres. En un par de ocasiones, hombres mayores se
habían interesado en él (no porque los otros no
tuvieran también su capacidad de atraer individuos del
mismo sexo) y le habían enviado regalos. Le había
tomado un tiempo descubrirlo, al encontrar personalmente
a uno de ellos y hallando que su mujer misteriosa
resultaba ser un hombre. Youji lo había tomado como un
insulto personal, mandando de vuelta al hombre por donde
había venido con un ojo negro. No sentía la menor
simpatía hacia nada relacionado con la homosexualidad.
Tenía
más de dieciocho dijo Aya. Encontró la mirada de
Youji, sin amedrentarse, reduciendo la sospecha a
nada. Con la forma en que reaccionás a los
regalos, no sé por qué se toman la molestia las
mujeres. Tanta plata tirada.
El insulto
resbaló en oídos sordos, porque Youji ya estaba
poniendo alegremente su ramo en agua.
Debe ser
hermosa suspiró.
¿Cómo
sabés ? Omi no era el único curioso acerca del
sexto sentido de Youji con las mujeres. Todos se quedaban
perplejos cuando Youji identificaba a las mujeres por sus
zapatos, la forma de caminar o un mechón de pelo.
Incluso por su perfume, a veces. En ocasiones, Youji
podía ser tan peculiar.
Porque
sólo una mujer hermosa puede crear algo hermoso. No es
belleza física a lo que me refiero... suspiró.
La forma en que
Youji seguía y seguía hablando sobre cuán hermosa
debía ser esa mujer hizo que las orejas de Aya se
pusieran moradas. Escuchaba cada intrincado detalle del
arreglo floral descrito por la mente romántica de Youji.
Veía manchas frente a sus ojos antes de darse cuenta de
lo enojado que estaba.
¡¿Cómo
sabés qué clase de persona te las mandó simplemente
viéndolas?!!! ¡Ésas son la especialidad de Ken !
No pretendía
hablarle de tan mala manera a su amigo, no después de
haber leído el terror en esos ojos verdes hacía tan
poco. Poner entre la espada y la pared a Ken era otra
desafortunada eventualidad que no había previsto.
Para alguien que
acaba de ser ofendido, Youji se lo tomó bastante bien.
Vas a
entender el amor cuando lo encuentres, Aya otro
suspiro. Ken no se tomaría tanta molestia con un
cliente sabiendo que el arreglo era para mí.
Ken sintió que
su presión arterial se normalizaba.
Si
cualquiera pretendiera que te mande algo, le dejaría el
asunto a nuestros competidores.
Hubieran podido
seguir discutiéndolo toda la tarde, pero un par de
tacones rojos acercándose por la vereda los
interrumpieron.
Manx
anunció Youji sin siquiera alzar la vista.
Prácticamente flotó hacia ella, estrujándola con un
abrazo. Qué lindo de tu parte mandarme flores.
Aya frunció el
ceño. Manx se lo sacudió de encima, enfrentando al
grupo con su expresión más seria.
Tenemos
una nueva misión para ustedes.
"Cazadores blancos de la oscuridad. Acosen el futuro
de estas oscuras bestias" la figura oscurecida
de Persia se desvaneció de la pantalla.
¿Por
qué tienen que ser siempre mujeres ?
Los otros tres
miraron sombríamente a Youji, aliviados de no
encontrarlo con ánimo bromista. Persia acababa de
informarles que un rico grupo empresarial estaba
secuestrando adolescentes huérfanas y usándolas en un
burdel barato. Estas chicas no tenían familia, ni amigos
que las ayudaran o se preocuparan si desaparecían. Así
que el ejecutivo del grupo las empleaba contra su
voluntad, sin pagarles más que con la ropa que vestían
y un poco de comida cada tanto. Estaba haciendo una
pequeña fortuna ofreciendo sus servicios a otros hombres
poderosos a los que les aseguraba total discreción y
secreto. Una lista de clientes acompañaba la misión, la
mayoría de ellos hombres casados y en altos cargos de
poder. Ninguna buena imagen para tener de hombres que
demandaban respeto y que se suponía debían ser
ejemplos.
¿Los
cuento a todos ? inquirió Manx.
La conducta
serena o apasionada de cada asesino dejó lugar a cuatro
ejecutores fríos, duros.
Danos una
dirección para que podamos patearle el culo al tipo
ironizó Ken.
No
querrás decir matarlo aquel súbito arrebato hizo
que Youji reviviera partes de su pesadilla, apenas capaz
de mantener alta la cabeza para no ahogarse.
¿Tenés
algún problema con eso ? quiso saber Aya.
Ese círculo de prostitución no es diferente de matar a
esas chicas. Mueren por mala alimentación, enfermedades
o abuso. Vos no aprobarás a ese... fiolo, ¿no, Youji ?
Era bastante
más de lo que Aya tenía normalmente para decir sobre
sus misiones o cualquier cosa relacionada a ellas.
¡No !
Yo... Youji sacudió la cabeza, tratando de
aclararla. No importa.
Ésta va
a ser una de esas ocasiones en las que sus capacidades de
investigación sean más importantes comenzó
Manx. No tenemos ninguna evidencia sólida para
verificar dónde montó su operación Kyo Yoshi. Uno o
dos de ustedes tal vez deban ir de incógnito para
descubrir este... lugar.
Yo voy
se ofreció Youji.
Yo
también.
Youji miró
fieramente a Aya.
¿Por
qué tengo la impresión de que no confiás en mí ?
Esto no
tiene nada que ver con vos. Se trata de esas chicas y de
rescatarlas. Y de matar a Kyo Yoshi sin involucrar tu ego
en el trámite.
Okay. Omi
y yo estaremos listos y cerca en caso de que necesiten
refuerzos.
No los
necesitaremos fue la oscura respuesta de Youji.
Temprano a la
mañana siguiente, mucho antes de que el sol pudiera
colarse a través de las nubes, Youji y Aya dieron con su
objetivo. Habían hecho contacto con uno de los jefes de
Yoshi y montado un buen show de no-importa-el-precio por
un fin de semana de diversión. Lo siguiente que
advirtieron fue que estaban siendo llevados a la parte
más oscura de la ciudad, en el asiento trasero de un
sedán negro. Para pasar el tiempo, Youji jugaba a las
cartas con el guía del tour, ignorando la hostilidad que
flotaba en el aire emanando de Aya. Con una actitud como
ésa, iba a atraer la clase equivocada de atención.
Aquí
estamos.
Youji fue el
primero en advertir el gran edificio de oficinas, que no
pudo identificar a causa de la mala iluminación y los
vidrios opacos del sedán. A estos tipos les gustaba
guardar sus secretos. El interior era aún más estéril
que el exterior, definitivamente no lo que uno esperaba
de un burdel. Más bien parecía una clínica, y los
hombres que atendían a los clientes vestían incluso de
acuerdo a esa atmósfera. Largos delantales, grandes
sonrisas ávidas anticipando la plata por entrar, e
incluso certificados profesionales para respaldar sus
puestos.
¿Cuánto
tiempo estarán con nosotros ?
¡Así que la
plata sí hablaba ! Aya giró para enfrentar cara a cara
al propio Kyo Yoshi, revisando el rollo de billetes de
cien dólares que Youji entregara antes. Sin detenerse a
constatar el consentimiento de su compañero, Aya atacó.
Echó hacia atrás su largo sobretodo, enfurecido con el
recuerdo del video que Persia les enviara y los muchos
nombres de chicas no buscadas que llenaran la pantalla.
Tantas vidas arruinadas, sin la oportunidad de
convertirse en algo por sí mismas, de encontrar la
felicidad que merecían. Dentro de su abrigo, sus dedos
se cerraron en torno a la empuñadura de su katana,
sacándola de su vaina en un fluido movimiento. Al
instante siguiente cortaba el aire, abriéndose paso a
través de huesos y carne.
En el primer
momento Youji no supo qué hacer. No había sido tan
optimista como Aya acerca de encontrar a Yoshi tan
pronto. Tener repentinamente cuerpos volando a su
alrededor resultaba paralizante. Se recuperó de
inmediato, desenrollando su alambre de acero del
compartimiento en su reloj y poniendo manos a la obra.
Aya luchó con
bravura y salvajemente, acuchillando cualquier cosa que
apareciera en su camino. Jamás perdonaría a estos
hombres lo que hicieran con esas vidas inocentes. Ellos
no habían experimentado ningún remordimiento por sus
acciones, él tampoco lo haría. Gritó al acometer con
su katana contra uno de los ejecutivos de Yoshi,
enterrándola hasta la empuñadura antes de eliminarlo.
El alambre se
sentía más denso hoy, se veía más afilado que ayer.
Youji fue tras Kyo, acortando la distancia por ser más
veloz que él. Brillaba como un brazalete enjoyado, bello
de contemplar, letal al contacto. Corrió más rápido.
El alambre comenzó a vibar, hambriento por la sangre de
Kyo y perdiendo la paciencia a cada segundo. Youji saltó
sobre la espalda de Kyo, sin preocuparse jamás al atacar
a un hombre más corpulento que él. Enroscó el alambre
y... se inmovilizó. No puedo matarlo. No puedo.
¡No voy
a permitir que unos punks arruinen mi negocio !
Kyo alcanzó a
aferrar por sobre su hombro un largo mechón de Youji,
arrojándolo sin dificultad por una salida de incendios.
La puerta se abrió con un chasquido, las sirenas
gimiendo incluso cuando Youji se incorporaba para pelear.
¡No te
molestes ! volvió a tender a Youji con otra
patada, regocijándose demasiado pronto cuando una
patada bien dirigida lo puso de rodillas.
Maldición... tosió. Eso fue...
Nunca
nada tan malo como lo que le hacías a esas chicas.
Youji se puso de
pie, agarrándose de la pared para sostenerse. La suela
de una bota en los genitales de Kyo, prometiendo
inflingir un daño permanente. Lo mataría antes. Youji
tensó nuevamente su alambre y se acuclilló sobre el
hombre.
Kyo percibió
que algo estaba mal con Youji y aferró la cara del
muchacho con ambas manos.
Mirame,
punk. ¿Podés matarme después de haberme mirado a los
ojos ?
La duda trepó
por Youji, amarrando su coraje en una cámara donde su
corazón había olvidado su ritmo habitual.
Después
de lo que hiciste, sí puedo.
Vaciló, flashes
de su pesadilla simbólica incendiando el presente y
convirtiéndolo en una cruz de sangre. Soy un asesino.
Esta vez no es diferente. Todo lo que tengo que hacer
es...
En ese instante
que le llevó a Youji recuperar su sentido de la
justicia, Kyo ya estaba en proceso de derrotarlo. Sentado
a horcajas sobre el cuerpo del joven, los roles ahora
invertidos, aporreando la nuca de Youji contra la puerta
de incendios. Golpeando la cara de Youji hasta que la
vista se le nubló, no por lágrimas en sus ojos. Kyo
levantó entonces a un Youji semi-inconsciente y lo
arrastró de regreso al vestíbulo principal, donde Aya
había formado una bonita montaña de hombres que
acababan de convertir a sus esposas en ricas viudas.
¡Bajá
tu arma !
Aya giró sobre
sus talones, su expresión mostrando su incredulidad
cuando vio a Youji colgando del brazo del hombre, doblado
sobre sí mismo por la cintura. Un cuchillo serrado, de
mal aspecto, estaba apuntado a la espalda de Youji,
dirigido a uno de sus riñones. Era lo suficientemente
largo para atravesar los órganos del muchacho y salir
por la parte delantera de su abdomen. Su espesor
destruiría cualquier otra cosa que tocara si Youji
llegaba a ser herido con él.
¡No !
Los viejos
hábitos eran difíciles de romper. Uno de los defectos
de Aya era que tomaba muchas de sus misiones a título
personal. El fracaso no existía como opción.
Kyo se inclinó
hacia atrás, estrujando la cintura de Youji hasta que
dejó oir un quejido estrangulado. El cuchillo se movió
sobre la remera del muchacho, rasgando la tela para dejar
expuesto su costado derecho.
Lo
mataré. Este... mucacho no vale nada para mí. Para el
único que puede tener valor es... para vos.
El rechinar de
dientes mientras él hablaba avivó la ira de Kyo. Sólo
usaría al muchacho para someter al otro. Si el
compañero lo era solamente por necesidad o conveniencia,
entonces Kyo simplemente eliminaría a Youji para tomar
una vida más antes de que la suya porpia pendiera de un
hilo.
¡Está
bien ! No lo lastime.
En ese fugaz
instante, Aya comprendió cuán impredecible se había
hecho el futuro de Youji. Kyo podía matarlo tan pronto
como la katana fuera entregada, lo que dejaría al propio
Aya con muy pocas chances de salir de allí con vida.
Pero aunque la situación fuera increíblemente
desfavorable, no arriesgaría la vida de Youji.
Bajá
lentamente tu arma Kyo observó cuidadosamente a
Aya, aguardando hasta que la katana cayó con un sonido
metálico. Pateala hacia acá el arma
golpeteó a través del espacio que los separaba, sin
detenerse hasta quedar detras de Kyo. No intentes
nada chistoso o este chico está muerto. A juzgar por tu
expresión, deduzco que estás esperando refuerzos.
Podés olvidarte de esa estupidez, porque mientras
estuvieron en el coche ningún dispositivo de rastreo
pudo haberlos detectado. Y aun aquí, instalé un campo
amortiguador que va a distorsionar cualquier señal que
quieras enviar a tus amigos comenzó a alejarse,
escuchando a varios de sus hombres que acudían en
respuesta a la emergencia. Malo para vos que yo
tenga mis propios refuerzos.
Déjelo
ir y no le voy a causar ningún problema.
Aya avanzó
hacia Kyo, demasiado intranquilo con ese cuchillo que
podía empalar a su amigo en cualquier momento. Si Youji
llegaba a echarse hacia atrás, iba a necesitar algo más
que tres puntos de sutura.
¿Me
estás cargando ? Apenas te lo dé va a pasar una de dos
: o yo termino con un agujero en la cabeza o vos te las
arreglás de alguna forma para escaparte. No te voy a
dejar matarme con tanta facilidad cuando estoy en lo
mejor de mi carrera. Tampoco te puedo permitir escapar y
arruinar mis oportunidades de seguir lucrando con este
lugar. ¡Pensá en la plata!
Aya notó la
mirada psicótica de Kyo y la respondió con otra que
fulguraba de odio.
Haría
muchas cosas por plata, pero ninguna incluye la
inmundicia en la que usted toma parte dio otro paso
hacia el hombre, ignorando a la otra docena que ya lo
rodeaba. Déjelo ir.
En lugar de
obedecer, Kyo torció cruelmente su brazo empuñando el
cuchillo contra el abdomen de Youji y presionando. La
presión arrancó a Youji de su estado de
semi-inconsciencia, todos sus músculos magullados. Ese
brazo moviéndose hacia arriba, rabiosamente apretado
contra él, sofocándolo y amenazando con destrozar sus
pulmones.
Ver a Youji
debatiéndose, su cara palideciendo rápidamente, hizo
que Aya perdiera el control. Se abalanzó sobre el
hombre, rechazando a los guardias contratados en un
desesperado intento de ayudar a su amigo. En el momento
en que estaba por reducir el cuerpo de Kyo a una pulpa
sanguinolenta dio un traspié, cuando Youji fue arrojado
violentamente contra él. Aya hizo lo que pudo por
prepararse para el impacto y amortiguar la dolorosa
colisión de Youji, sosteniendo al muchacho en alto
cuando cayeron.
Aya...
los ojos de Youji parpadearon, brillantes de
lágrimas. Lo... siento.
No es tu
culpa.
La maliciosa
expresión de Kyo decía otra cosa.
No te
apures tanto a disculparlo. Quiso matarme... y no tuvo
las pelotas la oscura cabeza se inclinó antes de
alzarse en una risa histérica. ¿Quién los mandó
? ¿Quién mandaría a dos niños atrás de alguien como
yo ? Si no hubieran tratado tan mal a mi personal,
me divertiría bastante contratándolos yo mismo.
¡Nadie
nos mandó ! Aya sostuvo más estrechamente a
Youji, apretando la cara del muchacho contra su pecho,
evitándole la vergüenza de que lo vieran llorar.
Yo voy a poner fin a este circo tuyo, aunque tenga que
hacerlo solo.
Todavía
puedo... pelear protestó Youji.
¿Lo que
dijo es cierto ?
Que la pregunta
fuera planteada con tal demanda de confirmación casi
demolió cualquier vestigio de cordura que restara en
Youji.
Sí,
pero...
Entonces
callate le advirtió amargamente. No quiero
escuchar las palabras de un cobarde.
Tanta aspereza
en su acento hizo que Youji se desmoronara, llorando
abiertamente en el resentido abrazo de Aya. Ahora estaban
siendo conducidos por un corredor, en dirección a la
parte trasera de la clínica. Cada paso era una tortura
para Youji, con un rastro de sangre corriendo desde su
cabello y por sobre sus ojos y boca. Por lo que sabía,
una contusión debía ser la única culpable que
explicaría por qué estaba demasiado aturdido para
caminar por sí mismo.
Lo abandonó.
Sin intención de continuar,
nada más qué temer.
Perderla era tan malo como
tenerla.
Ella - la necesidad
imperiosa de matar.
Nunca había sido un deseo,
mejor usada como defensa.
Sin ella, la negación y la
persecusión de sí mismo terminaron.
¡Adentro !
Aya fue
introducido de un empellón en una celda, otra
dependencia predecible de este burdel. No parecían dejar
nada librado al azar. Todo estaba perfectamente pensado
para evitar que las prostitutas escaparan y la ley
entrara. Kyo nunca debía haber previsto el arrojar a dos
muchachos problemáticos en una de esas celdas. No eran
tan jóvenes para ser llamados chicos, pero tampoco
parecían tan grandes para que Kyo perdiera el tiempo en
llamarlos hombres. Dos hombres de verdad hubieran
cumplido con lo que habían salido a hacer. La debilidad
de uno de ellos había permitido la captura del otro.
Pueden
pudrirse hasta que decida en qué puedo usarlos... si
realmente resultan útiles. ¡Quién sabe ! Con sus
fachas, tal vez encuentre algún cliente extravagante o
quizás hasta alguna parada en la que estén interesados
en... muchachitos se mofó de la palabra, sellando
la puerta de duro acero tras él, encerrando a Aya y
Youji dentro Dulces sueños fue la burla
final mientras regresaba a sus negocios.
Aya...
imploró Youji. Lo lamento tanto. Traté...
Realmente traté.
Sé que
lo hiciste.
A pesar de todo,
las palabras no sonaron muy convincentes. Aya hizo
tenderse a Youji en el piso y se arrodilló frente a él.
Su principal objetivo era asegurarse de que su compañero
no hubiera recibido ninguna herida seria.
¿Cuántos dedos ?
Gracias
la expresión amenazante de Youji respondió por
él.
¿Por
qué la hostilidad ?
No
necesitas hacerme ese gesto. Sé que lo arruiné todo yo.
Con mucho
cuidado, Aya sujetó la espalda de Youji para que
terminara de tenderse.
Si estás
bromeando, Kyo no va a ser el único por el que tengas
que preocuparte había sostenido dos dedos frente a
los ojos de Youji, y ninguno podía ser tomado por el
ofensivo saludo con el dedo mayor. O bien estaba abusando
de la simpatía de Aya y escondiéndose de la legendaria
cólera del pelirrojo, o la cuestión era de cuidado. Los
sentimientos personales no se suponía que fueran
considerados en una misión como ésta, no con tantas
vidas en juego. Tampoco era que el termometro de la
compasión de Aya estuviera jamás por encima de helado,
pero él no intentaría escapar a menos que Youji saliera
con él. ¿Cómo te llamás ?
Eso hizo reír a
Youji, que se dobló sobre sí mismo por el dolor que le
causó.
¿Mi
nombre ? inquirió ásperamente. ¿Me estás
jodiendo ?
¿Sueno
como que me estoy tomando esto a la ligera ? el
enfado se filtró en su voz. ¿Cómo te llamás ?
Kudou
Youji.
Con habilidad,
el pelirrojo deslizó sus dedos a través del cabello de
Youji, sin advertir la sangre que manchaba sus dedos.
No puedo
hablar como un profesional, pero probablemente vivas.
Quería aliviar
la tensión, quitar un poco de culpa de los hombros de
Youji. Por un momento surtió efecto... hasta que Aya
retiró sus dedos manchados.
¡NO !
gritó Youji, tratando de apartarlo a manotazos
cuando el otro le sujetó los hombros.
¿Qué
diablos te pasa ? observó fijamente a su amigo, su
mirada se suavizó cuando Youji se hizo un ovillo,
temblando con los ojos cerrados. Cometiste un
error. Todos cometemos errores. Sobreponete su
acentó se mantuvo sereno, no duro. Aya admitía que
podía perder mucho más de lo que nadie imaginaba si
Youji se quebraba.
No pude
matarlo.
¿Qué ?
Un poco más
alto. No pude matarlo esta vez consumido de
arrepentimiento, vergüenza y miedo. Lo tuve... dos
veces. Todo lo que vi fue... sangre... Su sangre... mi
sangre... La sangre de Ken y Omi. Es todo culpa mía.
Aya se inclinó
más sobre Youji, apartándole el brazo de la cara, sin
esperar resistencia. Luego rozó con el pulgar sus
mejillas, secando las lágrimas. ¿Cuánto hacía que
cualquiera de ellos no se tomaba la libertad de llorar ?
¿De sentir ?
¿Las
pesadillas ?
Un susurro.
Sí.
Contámelas.
Los ojos de
Youji se abrieron, inyectados en sangre y desbordantes de
emociones encontradas que iban de la desesperación a la
consternación.
Preferiría no hacerlo una pausa. A veces...
me asusto de mí mismo.
Por si lo
olvidaste, estamos pegados acá. Con suerte los otros nos
van a encontrar, o vos dejarás de ver estrellas pronto
así podemos salir por las nuestras. Hasta que eso
ocurra, tengo tiempo de sobra para escuchar.
Pero...
Youji, no
me hagas pedírtelo dos veces.
Respiró
profundo, turbado por la proximidad de Aya y su atento
monitoreo de todos sus músculos crispados. No iba a ser
nada fácil.
He tenido
varias... pesadillas -si podés llamarlas así - pero la
más común es la peor.
La pesadilla de
Youji encontró una voz :
Todas las noches
empieza igual. Me despierto, o pienso que lo hago, en mi
cuarto. El mismo de siempre. Pero cuando voy a acomodarme
el pelo... o tocarme la cara, mis manos están cubiertas
de sangre. Salto de la cama en pánico y me caigo. Parece
que cayera por una eternidad, porque no puedo recordar
golpear contra el piso. Entonces alzo la vista.
En ésta, mi
dormitorio desaparece para ser reemplazado por un
cementerio. Omi o Ken me tienen sujeto al piso mientras
el otro se burla. Acusándome de ser un soñador y de
negarme a admitir lo que realmente soy - un asesino.
Debería ser capaz de levantarme y correr o algo... pero
ellos son demasiado fuertes. Una parte de mí no quiere
agredirlos ni defenderme. Una parte de mí sabe que lo
que están diciendo es cierto.
Entonces uno
de ellos mata al otro y el que queda... ya sea Ken u Omi,
se suicida. Todo cuanto puedo ver es sangre. Es tanta que
el ozono apesta. Es como si yo los hubiera matado.
Cuando vuelvo
a alzar la vista sus cuerpos todavía están ahí, pero
una enorme cruz blanca se ha levantado del piso. Está
situada en el centro exacto del cementerio. De origen
celta, creo. Hay cadenas colgando de las cuatro esquinas,
oxidadas y de un color cobre demasiado rojizo... como
sangre.
Vos aparecés
por detrás de mí, moviendo tu katana en dirección a la
cruz. No tengo más alternativa que hacer lo que decís.
Me encadenás a la cruz por el cuello, muñecas y
tobillos, apuntando la hoja a mi corazón. Antes de que
me atraviese... besás mis labios y prometés que cuando
todo termine, me voy a curar. Lo último que recuerdo
cuando muero con un dolor atroz es el verme a mí mismo
siendo matado desde la cabeza de la cruz. Las siluetas de
Ken y Omi están situadas a mi derecha e izquierda y vos
estás al fondo. Ken y Omi tratan de detenerte pero yo no
hago nada.
Es como si
quisiera que me mataras.
Quería
rendirme... y lo hice.
Por un largo rato
Aya no dijo nada. Revisaba las imágenes en su mente, no
lejos de llegar a una concluión. Los sueños son
simbólicos y pueden ser interpretados de muchas maneras
diferentes.
¿Y cómo
interpretás mi "sueño" ? Youji
parpadeó, preguntándose cómo se las había arreglado
Aya para permanecer tendido a su lado tan quieto mientras
él hablaba. Su largo abrigo negro descansaba ahora sobre
él para estabilizar su temperatura corporal. Broches y
hebillas brillantes, reflejando la turbada expresión de
Aya.
Culpa.
Todos tenemos que lidiar con ella en algún punto de
nuestras vidas. Pero vos la escondiste tan bien que un
sueño es la única forma de encararla. Ken y Omi
representan la parte de vos que se impone a las demás,
convencida de que tus acciones están mal. Poniendo tus
misiones como algo malo por lo que vas a tener que pagar
algún día. Una paliza a tu frágil confianza en vos
mismo. El tema recurrente de la sangre y la muerte
podría ser tu revulsión por las consecuencias de tus
actos. Yo represento esa parte de vos que quiere dar
batalla... la parte fuerte. Estás viendo este sueño
desde un ángulo mental muy cerrado, tomándolo demasiado
literalmente. ¿Creías realmente que yo te mataría?
El embarazo
arrojó una oleada de calor a la cara de Youji.
No
respondió por lo bajo. Es que últimamente
todo ha estado como revuelto.
Te tengo
que decir algo.
¿Un
secreto ? El intercambio es justo ya era de nuevo
el de siempre, contento de que Aya le hubiera dado un
pequeño sermón y un poco de amistad.
Aya jugueteó
nerviosamente con el reloj de Youji, levantándole
finalmente el brazo para apretar una mano cálida en la
suya.
Yo te
mandé esas flores.
¿Huh?
No fue
por lástima, si es lo que estás pensando.
¡Largá!
Youji sacó la mano de un tirón como si se
hubiera quemado. En sus ojos apareció un destello de
resentimiento. ¡Cretino!
¿ Hace
realmente tanta diferencia si provienen de un tipo o una
chica ?
Quizás
no me escuchaste la primera vez Youji lo pronunció
cuidadosamente para que Aya absorbiera la
información. ¡No-me-gustan-los-hombres !
La expresión de
Aya se hizo burlona.
No sos
más que un pobre tonto. Realmente no sé a quién
tratás de engañar; a mí o a vos mismo.
¡Andá
al carajo!
¿Qué
fue toda ese parloteo sobre "belleza" acerca de
esas flores ? Si podés leer tan bien en las mujeres por
lo que hacen, la forma en que se visten o cómo
caminan... ¿por qué no en los hombres ? Dijiste que lo
que importaba era lo de adentro, no la apariencia. Decime
por qué te besaba en tu sueño. ¿Por qué me elegiste
inconscientemente para convertirme en tu salvador ?
¿Por
qué de repente me estás diciendo todo esto ahora? ¡Y
justo en este lugar! Así que me mandaste flores, ¡gran
cosa! Los amigos se pueden mandar flores entre sí.
Oh, eso
es genial, Youji. Negá la verdad. Fingí que no te
importó, pero no presumas de entender el razonamiento
tras mis actos. Yo no soy un cobarde. Estás tan inmerso
en tu miedo que un día te va a comer vivo.
Youji tironeó
del abrigo de Aya para taparse mejor, evitando mirar al
dueño.
No te
tengo miedo.
¿Te
acordás de esa rosa en tu almohada el Día de San
Valentín ?
¡Vos
no... !
El oso de
peluche en tu cumpleaños...
¿Cómo
sabés de eso ? se sonrojó, encogiéndose de
vergúenza ante el solo pensamiento de que alguien
supiera que dormía con él.
Usá tu
imaginación.
Las siguientes
palabras que dejaron la boca de Youji estaban llenas de
impresión, indignación y una aceptación parcial.
¿Vos sos
mi admirador secreto ?
Sí.
Pero...
sos tan... frío.
Aya sólo pudo
mostrarse perplejo ante aquel insulto inintencional.
¿Así es
como realmente me ves ? Puedo ser distante a veces,
¿pero cuándo me mostré indiferente hacia vos ? Tal vez
me enojo bastante cuando te salís de línea por irle
atrás a las mujeres, llenándolas de regalos. Me pongo
celoso porque nunca te molestás por escucharme cuando
estoy diciéndote algo importante o trato de acercarme a
vos. ¿Podés culparme por eso?
Aún así
no me gustan los hombres.
No te
gustan los hombres que abusan de las mujeres. ¿Desde
cuándo eso me incluye ? Aya puso su mano sobre la
mejilla de Youji, inclinándose sobre él. Dame una
buena razón para que ni siquiera consideres la
posibilidad.
Um...
¿estamos tirados en el piso de alguna prisión esperando
ser vendidos en el mercado como carne de cerdo asada y
rellena ?
A veces el
sentido del humor de Youji podía rebajar lo que quedaba
de un buen momento. De todas formas, Aya notó que no había intentado
apartar la mano de su mejilla ni el cuerpo que se apoyaba
contra el suyo.
Aclarame
algo. Cuando te besaba en ese sueño... ¿cuán lejos iba
?
¿Cuán
lejos querías ir ? Youji sonrió de costado, no
del todo seguro en su precipitada invitación, pero
tampoco retraído. Se envaró cuando un dedo de Aya
comenzó a dibujar sus labios, separándolos un poco.
Entonces volvió a temblar, pero esta vez no de miedo,
sólo expectativa.
Sería
mejor esperar hasta que todos se hayan dormido para
tratar de escapar la cara de Aya estaba a escasos
centimetros de la de Youji, rozando su labio inferior con
el pulgar, observando la reacción expectante.
Éste es probablemente el único momento en que pueda
hacer esto sin que te resistas.
Por lo
menos sos honesto. Te patearía el culo si pudiera.
Seguro...
te creo susurró Aya, destruyendo la distancia
entre ellos al apretar su boca a la de Youji. No estaba
demasiado familiarizado con saborear el momento, porque
un segundo después, su lengua había forzado la entrada
a la boca bajo la suya. El beso se convirtió en una
escena de combate, con Youji tratando de apartar a
empujones a Aya y la posterior necesidad de ir más
allá. Forcejearon pero Aya ganó, acariciando la lengua
de Youji con la suya, lamiendo su labio superior o
mordisqueando el inferior. Pronto costaba distinguir
quién hacía qué a causa de los quejidos y las
respuestas acaloradas. Su separación no fue placentera.
¿Por
qué... por qué paraste ? jadeó Youji.
¿Es tu
costumbre seguir hasta que alguno se sofoca ?
resolló Aya. ¿Y por qué este repentino
cambio de actitud ? ¿Ya descubriste tu sexualidad ?
lo aguijoneó.
Todo lo que hizo
Youji fue sonreír de costado, lamiéndose los labios
mientras alzaba la vista hacia Aya.
Me gustan
las novedades, especialmente cuando resultan mucho
mejores que lo de antes.
¿Estás
diciendo que beso mejor que las mujeres con las que
estuviste ?
¿Cuáles
mujeres ?
Aya rodeó a
Youji con sus brazos, estrechándolo con fuerza antes de
volver a besarlo. Esta vez comenzó todo con más
lentitud y suavidad, sin detenerse ni aun cuando todas
las luces del edificio disminuyeron y se apagaron.
Youji...
¿Luces
fuera ? Los burdeles también pueden tener su toque de
queda. A todos les gusta ahorrar energía, y como sea,
¿quién necesita luces ?
Vamos.
Parate.
¿Ahora ?
Pero sos tan cálido y cómodo Youji se acomodó
contra Aya, abrazándolo por la cintura. Sus ojos estaban
cerrados y respiraba relajado, sintiendo todavía el
calor donde la boca de Aya lo había tocado. El húmedo
trazo en su cuello empezaba a sentirse frío, así que se
subió la remera para taparlo.
Te
entregás bien fácil comentó Aya, levantando a
Youji.
Se lo
llama ser pasivo.
¡Ahora no! Aya
forzó a su libido a volver a dormir, cubriendo la boca
de Youji con una mano cuando él se disponía a hablar de
nuevo. Podés seducirme más tarde. Ahora tenemos
que salir de aquí.
Sí, amo.
¡Definitivamente
vas a pagar por eso !
Cuidado
con lo que insinuás, podría aceptar tu oferta
atajó rápidamente a Youji cuando perdió el
equilibrio. Es bueno que no nos hayan registrado
bien.
Un instrumento
para forzar cerraduras cayó de la manga de Aya a su
mano. Inmediatamente, la punta metálica fue deslizada en
la cerradura de la puerta, cuyo mecanismo giró.
¿No
hubiera estado divertido ?
Realmente
creo que necesitás atención médica la puerta se
abrió con un chirrido, dándoles paso al corredor largo
y vacío ¿Dónde están los guardias ?
¿Qué
guardias ?
Como en
respuesta a su pregunta, el cuerpo de un hombre voló al
otro lado de la puerta, con profundas marcas en su cara y
la parte superior de su cuerpo.
Ken
dijo Aya.
Dejaron
silenciosamente su prisión, Youji apoyándose por
completo en Aya. Para él, todo daba vueltas como una
alocada montaña rusa. Varios dardos afilados estaban
esparcidos por el piso, haciendo que Aya se detuviera un
momento a recogerlos. Desandando el camino por el que
llegaran, los primeros sonidos de lucha llegaron a sus
oídos.
En verdad
tenemos una tecnología sorprendente, ¿no, Aya ?
Pocos
dispositivos pueden bloquear nuestras señales
asintió.
¡KYO !
Youji
retrocedió hacia Aya cuando el condenado empresario
apareció frente a ellos, blandiendo una katana que les
resultaba muy familiar.
Ustedes
chicos no pensaron realmente que los iba a dejar vivir,
¿no ? Sus amigos pueden haber desvalijado mi negocio,
pero no me van a echar mano antes de que los mate a
ustedes dos.
La hoja
descendió, pero fue detenida en seco por las palmas de
Aya, una a cada lado.
Eso es
mío de un tirón recuperó su arma, dejando caer a
Youji al suelo al sujetar la hoja con ambas manos.
Entonces, invirtiendo su dirección, Aya la lanzó
directo al cráneo de Kyo. Contra la pared detrás de Kyo
cayeron fragmentos de hueso, un reguero de sangre y otros
restos desagradables, aún saliendo de él mientras
caía. Tenía garantizados unos pocos segundos extra de
atroz agonía hasta el preciso momento en que Aya
arrancó su espada de la herida. En ese punto, todo
había terminado para Kyo y su negocio de prostitución.
Alcanzar la
salida fue fácil. Aya utilizó los dardos abandonados de
Omi para eliminar a casi todo el personal restante hasta
que encontraron a sus amigos. Un caro convertible
plateado los esperaba afuera, Ken al volante. Sin
necesidad de hablar, todos coincidieron en que era hora
de volver a casa.
¿Youji
todavía está acaparando el baño ? Ken aporreó
la puerta, maldiciendo cuando escuchó el silbido.
¡Es mi turno!!!
Dejalo en
paz
Ken dirigió una
mirada fulgurante a Aya.
Hace más
de una hora que está ahí adentro, seguramente
admirándose frente al espejo, el vanidoso.
El otro se
reclinó contra la pared, los brazos cruzados sobre el
pecho.
Lo
hirieron ayer y necesita un poco más de tiempo.
A todos
nos hieren, pero Youji es el único que consigue
arrancarnos más simpatía de la que merece. ¿Y vos
desde cuándo lo defendés ?
No
preciso darte explicaciones de todo lo que hago su
mirada volvió a perderse en un recuerdo no muy lejano.
Y a
propósito, ¿cómo hicieron ustedes dos para pinchar la
misión ? Estaba todo bien encaminado, y por lo que le
dijiste a Manx, no tendría que haber surgido ninguna
complicación. Dejame adivinar... Youji perdió la cabeza
con alguna chica y te dejó solo.
Aya simplemente
se apartó, sin molestarse en reparar en la acusación de
Ken. No ayudaría a enterrar la dignidad de Youji pero
tampoco lo defendería. Compartir un beso no significaba
nada si era un asunto de una sola vez. Si Ken hubiera
desenterrado asuntos personales concernientes a Youji el
amigo o Youji el amante, habría sido distinto. Desde que
volvieran a casa, Aya no había cruzado palabra con él.
Después de varios calmantes y otras píldoras para
calmar las náuseas y jaquecas, Youji parecía pensar con
más claridad. Es bueno que no haya tenido una
contusión. El último lugar donde Aya hubiera querido
que Youji lo evitara era el hospital. Idiota con suerte.
Aya...
esperá Youji salió en tromba del baño con una
remera ceñida que terminaba encima del ombligo y jeans
ajustados. No era una visión con la cual Aya quisiera
irse a dormir si quería conservar la cordura.
Cuando Youji se
chocó con Aya -que decidiera abruptamente detenerse- y
fue sostenido por manos atentas, la sospecha original de
Ken acerca del comportamiento de Youji la noche anterior
se duplicó.
No
tendrías que andar corriendo en tu estado.
¿Tenés
planes para esta noche ?
La torva mirada
que Aya dirigió a Ken fue incentivo suficiente para que
el otro tomara su turno en la ducha.
¿Me
estás invitando a salir ? un brazo se deslizó
detrás de la espalda de Youji, abrazándolo mientras la
otra mano alborotaba un mechón de pelo mojado.
Uh... no.
Quería hablar con vos.
Quiero
pasar algún tiempo con vos, Youji le pellizcó el
mentón, sonriéndole. Y ser ignorado aun por un
día resulta un castigo bastante horrible por un casto
beso.
Dos
besos... Y yo nos llamaría castos Youji sonrió de
costado. Por eso quería hablar con vos, ¿te
importa ?
En
absoluto.
El cuarto de Aya
estaba a una distancia prudencial más conveniente, así
que entraron y trabaron la puerta. Mejor no arriesgarse
en caso de que Omi entrara olvidando golpear o que sus
hormonas tomaran el control. Si eso ocurría, cualquiera
que interrumpiera su intimidad estaría caminando en
hielo delgado. Su cuarto era el más pequeño de la casa,
pero él nunca se había quejado. Apenas entrar, la cama
era el primer mueble apreciable al final de la pared. A
un lado había una estantería de bambú y al otro lado,
un agradable sillón de cuero. Y eso era todo, excepto
por una planta que pendía sobre la cama desde el
alféizar de la ventana.
Sentate
acá conmigo palmeó la cama, incapaz de quejarse
cuando Youji prefirió sentarse sobre sus piernas.
¿De qué querías hablar ?
¿Estamos... ? Quiero decir... no lo mencionaste así que
pensé...
No quiero
presionarte. ¿Adónde querés ir con esto, Youji ? Yo
sé lo que quiero pero vos nunca has estado demasiado
seguro de lo que querés muy casualmente, su mano
libre presionó con firmeza el abdomen desnudo de Youji.
Escuchó su suspiro, quisquilloso en principio ante la
nueva sensación. De alguna forma Aya sabía exactamente
dónde y cómo tocarlo para despertar esas emociones
únicas. Decime qué querés.
¿No
estamos yendo un poco rápido ? ¿Y qué si después me
arrepiento... ? No quiero lastimarte de esa forma.
¿Oh ?
¿Así que ahora te preocupás por mis sentimientos ?
acarició el estómago de Youji, siguiendo los
músculos antes de inclinarse para besarlo. Todo el
cuerpo de Youji se estremeció, sus manos aferrando el
cabello rojo de Aya, tironeándolo hacia arriba. Me
imagino que querrás tomarte tu tiempo.
La idea
de estar con un hombre me resulta muy dura para aceptarla
de inmediato.
Querés
decir sexualmente. Youji, no todo el mundo es como vos,
arrojándose a la cama más cercana para aliviar unos
lamentos infantiles.
¡Yo no
soy así !
Sé que
no sos así. Yo tampoco, así que dejá de mirarme como
si estuviera a punto de arrancarte la ropa.
¿No
podemos trabajar con lo que tenemos y partir de ahí ?
Okay.
Algo frío
reptó por la carne de Youji cuando Aya devolvió sus
extremedidades adonde correspondía, a sus lados.
Todavía
es temprano. Qué te parece...
Aya interrumpió
a Youji, saltando sobre él con besos, sujetándolo a la
cama y riendo.
Realmente
hacés salir lo peor de mí, Youji. Si fueras cualquier
otra persona, me conformaría con ver una película o una
cena para dos. Pero si yo fuera una mujer y vos te
sintieras así, ¿la jugarías tan inocentemente ?
¿Pensás que podés irte a dormir así ?
Su mano
descendió, deslizándose entre las piernas de Youji
hasta sujetarlo mucho más íntimamente de lo que incluso
hubiera podido imaginar. Los ojos de Youji se cerraron
estrechamente, dejó escapar un suave gemido al tiempo
que sin darse cuenta alzaba las caderas.
¿Qué
querés hacer en realidad esta noche ? respiró en
el oído del hombre, lamiendo el lóbulo antes de
morderlo.
Lo que
vos quieras... queda en vos.
Lo siguiente que
dijo Youji sería algo que Aya jamás olvidaría :
¿Por
qué no te sacás la ropa así puedo mostrarte ?
Brazos y piernas
frenéticos tiraron de remeras y pantalones, abriendo
costuras y haciendo saltar botones antes de que
aterrizaran en el piso en un confuso montón. Los dos
sabían lo que querían que pasara, pero ambos tenían
diferentes métodos de llegar a eso. Aya sólo estaba
haciendo realidad su fantasía, mientras que Youji tenía
todavía muchas dudas que esclarecer. Una riña de
movimientos trajo a Youji a su lado, Aya abriéndose
cautelosamente camino a través de su muslo con besos.
¡Hey !
¡Pará ! ¿Qué diablos estás haciendo ?
Shhh.
Aya siguió
besándolo y subiendo, masajeando los muslos de Youji con
sus palmas, pero fue dar al suelo de una súbita patada.
Se incorporó de inmediato para hallar a su amante
discretamente cubierto por las sábanas.
Disculpá, ¿te lastimé ?
¿Cómo
hubieras podido ? Pero te dije de ir despacio y no
estabas escuchándome.
Aquello no iba a
ser nada fácil. Para calmar a Youji, Aya intentó
besándolo, aliviado al sentir que la tensión se
evaporaba. Sus dedos se deslizaron por la mullida
cabellera castaña, estrujando a Youji en sus brazos, la
sábana brindándoles cierto aislamiento. Por lo demás,
el pelirrojo se concentró cuidadosamente en las barreras
de Youji, mitigándolas, ayudándolas a caer junto con
esas sábanas. Había pasado meses admirando y deseando a
este hombre, robando atisbos de su belleza a través de
puertas cerradas o ventantas entornadas. Nadie nunca se
había cuestionado acerca de la vida sexual de Aya porque
era sencillamente increíble e imposible que esto les
ocurriera alguna vez. Que él desearía a su amigo de esa
forma y aprovechara cualquier posibilidad de espiarlo. Y
ver ahora a Youji desnudo, en sus brazos, resultó en una
sobrecogedora revelación acerca de su futuro. Había
montones de cosas inciertas sobre su dirección en la
vida, pero Youji no era una de ellas.
¿Por
qué no tratás de sentirte cómodo ? sugirió Aya.
Tomó una mano de Youji y la besó. No te voy a
empujar.
Más te
vale su corazón latía con tanta fuerza que le
dolía la cabeza. Nunca estuve con un... hombre...
antes.
Yo
tampoco. Los dos somos nuevos en esto, pero quiero que
vos estés bien.
Youji dejó oír
una risita nerviosa cuando la mano de Aya rozó sus
costillas.
Si Omi o
Ken te vieran así...
Estarían
bien muertos en la mañana amenazó él
inocentemente.
¡Así no
! Youji señaló la visible erección de Aya,
poniéndose colorado antes de volver a apartar la
vista. Quiero decir así abrazó a su amante,
sonriendo cuando un par de manos comenzaron a acariciar
su espalda, dedos dibujando remolinos en torno a sus
omóplatos. Como una persona romántica.
¿Cómo
puedo actuar de otra forma ahora que te tengo ?
¡Mirá !
Lo estás haciendo de nuevo.
Me siento
halagado, pero sólo estás dilatando lo inevitable. Y
acá estaba pensando que ibas a ser vos el que empezara
las cosas.
Mantuvo la
mirada fija en la cara de Youji mientras su mano se
deslizaba entre ellos para sujetar suave y holgadamente
la erección del otro hombre. Aya presionó más cuando
Youji gimió, arqueando la espalda y exponiendo su pecho
y su estómago, impedido de echarse hacia atrás por el
fuerte brazo que rodeaba su cintura.
¿Qué
tal se siente, mujeriego ? se burló Aya, su
caricia haciéndose más y más firme, su pulgar frotando
la parte interna del miembro de Youji.
Ohhh...
Sos tan... cruel... Youji se mordió el labio,
sofocando un quejido cuando Aya lo apretaba casi
dolorosamente.
He
querido tocarte así por tanto tiempo.
¿Soy tan
bueno como tus fantasías ?
Las caricias
continuaron, siempre sujetándolo con fuerza suficiente
para contener los ávidos espasmos de sus caderas y
provocar más de aquella deliciosa fricción.
Sos
mejor.
Dejó así a
Youji, moviéndose hacia arriba para concentrarse ahora
en uno de sus pezones. Pellizcándolo entre sus dedos,
dibujando uno de ellos con fugaces movimientos de su
lengua o succionando con fuerza el otro. Aya no atendía
a los crecientes gemidos de Youji, ni siquiera cuando le
pidió que se detuviera. Ignoró su súplica, lamiendo el
abdomen de su amante, trazando círculos con la punta de
su lengua.
Um...
¿Youji ?
Mmmm...
ohhh... qué... no pares contradijo sus recientes
protestas.
Si
empezás a gritar y hacés venir a Ken voy a tener que
matarlo.
Es
sacrificable. Seguí Youji estaba más interesado
en las estremecidas erupciones que recorrían todo su
cuerpo.
Empujó a Aya
hacia atrás, cayendo sobre él para besarlo
apasionadamente. Moviéndose lentamente arriba y abajo
sobre su cuerpo, frotando sus miembros erectos juntos,
temblando en la promesa del orgasmo. Se sentía demasiado
bueno, distinto a cualquier otra experiencia que alguna
vez hubiera tenido y quería más. Terminarlo ahora lo
hubera dejado insatisfecho y demado curioso. Youji apoyó
sus caderas en las de Aya, jadeando cuando el otro
comenzó a hacer lo mismo. Como fuera, la manera en que
Aya se movía indicaba una necesidad más profunda,
tratando siempre de separar las piernas de Yougi y
hacerse lugar entre ellas.
Aya sujetó a
Youji desde abajo, acariciando la carne suave y tersa
antes de empujar un dedo dentro de él. Percibió, más
que sentirlo, todos los músculos de Youji tensarse,
negándole acceso.
Prometo
no lastimarte más besos llovieron sobre la cara de
Youji, tratando de borrar el miedo. Relajate. Voy a
ser suave.
¿No
debería estar abajo ?
¿Querés
estar abajo ? su dedo masajeó cuidadosamente los
músculos de Youji desde el interior antes de ir más
allá.
No creo
que quiera hacer esto con las rodillas temblando.
Intercambiaron
posiciones, Aya usando aún ese único dedo para
estimular a Youji, agregando otro solamente cuando lo
sintió aflojarse. En ningún momento apartó la vista de
la cara de su amante, listo para ayudarlo si surgía
cualquier dolor.
¿Cómo
te gustaría enterarte de un secreto terrible ?
Youji respiraba
entrecortadamente, sin advertir que Aya sólo intentaba
distraerlo
¿Qué ?
preguntó al tiempo que un tercer dedo entraba en
él, y extendió más las piernas para acomodarlo.
Cuando
tuviste esas pesadillas, entraba a tu habitación y
dormía con vos hasta que pasaban. La otra noche volví
tarde y... bueno, vos habías aprovechado para quedarte
en cama. Tuve suerte de poder quedarme sin ser
descubierto tanto tiempo.
Al final
son tan dulce y romántico se colgó del cuello de
Aya, besándolo aunque el otro parecía preocupado. Un
súbito gruñido impuso una pausa en lo que Aya estaba
haciendo. Aya... ¿cómo pensás... ?
¿Confías en mí ?
Debería
pero... Youji se dejó caer, jadeando, bañado en
sudor, atrayendo a Aya sobre él. Ni siquiera
sabés lo que estás haciendo.
Por unos
segundos, pareció que Aya seguiría bromeando un poco
más, pero ni siquiera estaba escuchando. Se había
arrodillado entre las piernas de Youji, sosteniéndolas
con firmeza bajo sus brazos. Los dedos no eran más que
un recuerdo cuando aprovechó el momento y se abrió paso
dentro de Youji. Tampoco estaba preparado para la forma
en que Youji se quedó sin aire, manoteando
frenéticamente la cabecera de la cama. Sus manos
apresándolo estrechamente, sintiendo el gusto de la
sangre al morderle el labio inferior. Decir que durante
esos primeros segundos resultaba incómodo sería
insuficiente. Daba la sensación de que Aya lo hubiera
escindido en dos, meciéndose hacia dentro un poco cada
vez. Él estaba hablando, diciéndole a Youji que tuviera
coraje, que el dolor pasaría pronto.
No
puedo... ¡pará ! ¡Pará por favor !
Aya se retiró,
todavía increíblemente excitado pero preocupado
también por el dolorido cuerpo de su amante.
Te
necesito, Youji. Te deseo se quejó.
Yo sé
que ésta es nuestra primera vez juntos pero... ¿no te
dice nada la palabra "lubricante" ?
Oops.
Oops para
vos y ouch para mí.
Lo
lamento tanto Aya besó a Youji para disculparse,
dejando la cama en busca de un sustituto adecuado del
lubricante.
Cuando volvió a
tenderse sobre Youji, el cuarto se llenó con los ecos de
los afiebrados gemidos de ambos. Intentaron no hacer
mucho ruido, pero con los resortes de la cama crujiendo y
Youji dando un último grito... era una causa perdida. El
preludio de aquel momento final fue lo más gratificante
para ellos. Con Youji gimiendo y agitándose,
empujándose sobre el miembro de Aya para envolverlo más
aún dentro de sí. Experimentando la sensación
completamente nueva de estar siendo acariciado por
dentro, Youji jamás había sentido algo así con una
mujer. Descubría que esta forma de hacer el amor lo
atraía más que cualquier otra que pudiera imaginar. En
cuanto a Aya, investigaba el cuerpo de su amante,
buscando lo que le diera más placer. Fascinado con
aquella estrechez tan difícil de penetrar pero que lo
hacía todo tanto más erótico una vez dentro. Justo
cuando pensaban que duraría para siempre, Youji alcanzó
el clímax con un grito sofocado, golpeando las almohadas
mientras terminaba. Incapaz de continuar después de eso,
Aya terminó también, permaneciendo dentro de Youji y
estrechándolo al tiempo que se estremecía.
Gracias
susurró Youji, sus ojos cerrándose conforme el
agotamiento lo ganaba.
Te amo.
Esa última
declaración no llegó a ser escuchada por su amante, que
acababa de quedarse dormido. No podía hacer más que
cubrir a Youji con las mantas y acomodarse tras él,
besando su cuello al tiempo que decidía descansar
también.
Por la mañana, Aya
no se sentía demasiado entusiasmado con aventurarse por
la planta baja, donde sabía que estarían Ken y Omi.
Tomando su desayuno como siempre. Huevos revueltos,
tostadas, tocino y waffles a juzgar por el olor. Estaba
todo demasiado silencioso ahí abajo, como si estuvieran
susurrando secretos.
¿Aya ?
Buenos
días, dormilón Aya sonrió a Youji
cariñosamente, besando sus cejas. Seguro que
dormiste de corrido.
No tuve
ninguna pesadilla.
No. Creo
que se terminaron para vos.
Me hacés
sentir tan seguro bostezó, reclinándose en el
abrazo de Aya. ¿Cuándo vamos a encarar a Ken y
Omi ?
Nunca.
Vamos,
ellos lo entenderán.
Lo que
van a entender es que de un día para el otro te hice
gay... y que lo mismo les podría pasar a ellos
hurgando con un dedo entre las costillas de Youji,
sonrió cuando su amante comenzó a reír. Quiero
estar con vos para siempre.
No pienso
irme a ningún lado.
Maldiciendo la
bonita burla de Youji, Aya no tuvo más alternativa que
levantarse. Si pasaba un solo minuto más contemplando
esos ojos somnolientos, volverían a la cama por otra
hora como mínimo.
Hora de
enfrentar al juez, el jurado y el verdugo.
Lo más extraño
ocurrió cuando Aya se unió a Ken y Omi para desayunar.
Casi lo derribaron con su excitación.
¡Anoche
nos pasó algo de lo más asombroso ! Omi saltaba
arriba y abajo, incapaz de contener aquella explosión de
sus emociones.
¿Adivinás a quién vimos ?
Uh... no
sé. ¿A quién ?
¡A Mick
Perez ! chilló Ken. ¡Nos dio entradas
gratis para ir a ver a esa banda nueva, condenadamente
buena y resultó que ya son famosos !
Cuanto le
importaba a Aya era que de alguna forma, por una extraña
coincidencia, Ken y Omi habían salido la noche anterior
sin volver hasta muy tarde, o temprano en la mañana.
¿Y a
qué hora volvieron, ustedes ?
Hace dos
horas, ¡y todavía estoy tan acelerado que podría
volver a salir ahora mismo ! ¡Era salvaje, Aya !
entonces Ken sacó una remera autografiada para
mostrársela a su amigo, sin darse cuenta de que Aya ni
siquera le prestaba atención.
¿Dónde
está Youji ?
Aya contuvo el
aliento, tratando de no mirar a Omi.
¿A qué
te referís ?
Nos
fijamos en su dormitorio y no estaba ahí. Ni siquiera
durmió en su cama.
En ese preciso
momento, Youji entró con sus aires de grandeza en la
cocina, renqueando un poco y caminando más bien tieso,
pero la cara iluminada al ver a Aya de nuevo.
¿Me
buscaban ?
Cruzó en línea
recta la cocina, tomó un sandwich a medio comer del
plato de Aya y le hincó los dientes. No le resultó
llamativo a nadie más que a la persona cuya comida
había resultado su víctima, así que nadie se inmutó.
Llegué a
casa solo.
Un suspiro casi
audible de alivio respondió a la tácita pregunta de
Youji, así que siguió. No deseaba que Ken lo sermoneara
o lo despreciara, y temía a Omi por la decisión que
había tomado. También sería malo que Aya fuera
marginado por sus preferencias sexuales.
Lo último que
necesitaban era más complicaciones para dificultar aún
más el infierno que podía ser a veces su trabajo. De
modo que dos de ellos habían hecho contacto a pesar de
todo, y tal vez hasta se habían enamorado. No
significaba que se pudiera decir lo mismo de Ken y Omi,
quienes quizás nunca aceptaran lo que se había revelado
en el dormitorio de Aya la noche anterior.
Había
esta fiesta y una mujer me invitó, así que por supuesto
debía ir.
¿Y cómo
era ella ? inquirió Omi.
Aya esperó a
escuchar qué diría Youji, sonrojándose cuando habló.
Era la
persona más hermosa que jamás haya tenido la suerte de
conocer.
Vino a él, sediento como
siempre, pero sólo cuando era solicitado.
Él vivió con eso como si
resultara normal hacerlo.
La voluntad superó a la
fuerza, por momentos escasa de limitaciones.
Cuando atrajo a otro, sus
fuerzas se duplicaron.
Solo, se volvía débil y
carente de propósitos, buscando sólo ser buscado.
Youji el asesino se
había convertido en la presa.
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