Sol espléndido, alegre. Calles
vacías, claras. Parejas felices caminando de aquí para
allá, de la mano, disfrutando la hermosa tarde. Youji
sonrió y se reclinó en su silla, los brazos tras la
cabeza en una posición indolente. Qué manera increíble
de pasar su primer día libre en mucho tiempo.
Simplemente descansar ahí, sin una sola preocupación,
absorbiendo un poco de color para su pálida contextura.
El invierno había sido amable con él, pero no había
precisamente dejado su color de piel tan saludasaludable
como hubiera debido. No se iba a quejar, no hoy que
había cosas más importantes en las que concentrarse.
¿A qué
le estás sonriendo ? Aya retiró una silla y se
unió a Youji en la mesa, alcanzándole un cono de
helado.
A la
vida.
Ya veo
no había mucho para discutir, considerando la
respuesta de Youji.
Aya se había
acostumbrado a aceptar lo que él decía, cómo lo decía
y lo que quería decir. La mayoría de las veces no
quería decir absolutamente nada. El hombre era un
romántico, soñaba despierto, ¿para qué molestarse en
echarle a perder el buen humor ?
¿No
tenés frío ?
Aya giró para
tomar su sweater de la silla donde lo había colgado,
ofreciéndoselo a su amigo. La temperatura todavía
tenía que sacudirse sus últimos fríos. Youji esbozó
una sonrisa traviesa al mirar al sweater y luego a su
dueño.
No
estarás tratando de seducirme, ¿eh, Aya-chan ?
Al escuchar la
inflexión que Youji pusiera en el "chan", Aya
hizo una mueca.
No tan
alto.
Disculpá.
Esperó a que
Youji tomara el sweater y se envolviera los hombros con
él antes de comentar :
Tengo
algo mejor que un sweater para seducirte.
Aya señaló con
un cabeceo la mesa, alzando el cono de helado olvidado.
¿Oh ?
Youji lamió el
helado, haciendo girar su lengua hasta obtener un
interesante diseño. Después tragó, limpiándose los
labios con la lengua.
¿Te
importaría ?
¿Qué ?
No hacer
eso en público. La gente mira.
Inocentemente,
Youji miró de una punta a la otra el sector exterior de
mesas, pero nadie en el restaurant parecía haber
reparado en lo que hiciera.
Me
parece que sos el único, Aya-chan.
Como
estaba diciendo, tengo una sorpresa para vos esta noche.
¿Hmmm ?
La punta del
helado desapareció dentro de la boca de Youji mientras
la sorbía, observando cómo el color de la cara de su
amigo se encendía. Hasta las orejas de Aya parecían
estar incendiándose antes de que en sus ojos azules
destellaran señales de advertencia.
Sé que
lo estás haciendo a propósito, querido. Seguí y esta
noche tu cita va a ser con el helado, no conmigo.
¿Envidioso de él ? Aya... sos terrible Youji rió
por lo bajo, haciendo una pausa en su insidiosa
tarea. No es ni la mitad de bueno que...
Aya lo pateó
por debajo de la mesa mirándolo fieramente.
¡Shh !
¿Querés que todo el mundo se entere de lo que hacemos
en nuestro tiempo libre ?
No. Y no
tenemos tanto tiempo libre... por eso nunca puedo
permitir que mi belleza descanse.
Al principio de
su romance, le había resultado tremendamente difícil a
Aya conseguir que Youji se sometiera a él. No había
tenido nada que ver con poder o juegos, sólo forzar a su
amigo a aceptar finalmente que ellos estaban hechos para
estar juntos. Su primera vez había provocado
sentimientos de inseguridad y dulces penas, pero
finalmente Youji se había acercado por las suyas. Poco
después, Aya descubrió que una vez que Youji se hubo
familiarizado con la relación, se había hecho más
audaz. Ahora requería más reprimendas que las
indispensables para contener sus interminables andanadas
de coqueteo.
Tengo un
regalo para vos.
El helado goteó
sobre la mesa mientras Aya revisaba las bolsas de
comercios a sus pies. Nunca lo admitiría, pero
disfrutaba mucho yendo de compras con Youji. Estudiar sus
intereses y gustos en ropa, admirarlo mientras se probaba
ropa, siempre buena. Alguien que no apreciara el gusto de
Youji por los pantalones ajustados y las remeras apenas
decentes no estaba en contacto con la realidad.
Acá
tenés Aya le dio un paquete bellamente envuelto en
cintas y papel de regalo.
Gracias
Youji metió una mano dentro del regalo, todavía
lamiento su helado.
¡No lo
abras acá ! su mano palmeó la de Youji,
cubriéndola por un instante antes de que sus dedos se
entrecruzaran casualmente. Esperá a esta noche
un suave apretón en su hombro lo hizo apartarse de
Youji.
¡Ken !
Youji intentó disfrazar lo que su amigo hubiera
podido ver. No te preocupes, nos vamos agarrar a
piñas cuando no estés.
El muchacho
sacudió la cabeza, suspirando con la tontería que
estaba diciendo Youji.
¿No se
pueden llevar bien por cinco minutos sin un réferi ?
Podría funcionar si se dieran mutuamente un poco de
espacio. Realmente, muchachos, ustedes hacen que discutir
parezca una actividad divertida.
No tenés
idea, pensó Aya.
¿Vos y
Omi no iban a ir a los videojuegos o algo así ?
Ken arrimó una
silla, uniéndose a ellos en la mesa a pesar de que su
compañía no era bien recibida.
Me
encuentro con él más tarde. ¿Y sobre qué estaban
discutiendo esta vez ?
Autos
respondieron ellos casi simultáneamente.
Para evitar
reírse, Youji volvió a meterse el helado en la boca,
empezando a comerse el cono de oblea.
¿Autos ?
la respuesta desconcertó a Ken. Aya y Youji amaban
hacer alarde de sus autos deportivos y se entendían
debatiendo sobre motores u otros temas masculinos. Una
simple moto era lo que ocupaba la mayoría de la
experiencia de Ken al respecto. ¿Y por qué se
pelearían ustedes por... ?
Aya empujó
hacia atrás su silla.
Tengo que
ir a un lugar.
Youji se paró
casi al mismo tiempo, apretando su regalo sin abrir y
terminando lo que le quedaba de cono.
Yo
también. Te veo después, Ken.
Hasta
luego los saludó él con cierto desánimo. A
veces, Ken miraba a sus amigos y los veía como completos
extraños. Cada florista-asesino tenía sus secretos,
pero ninguno mejor guardado que los de Aya o Youji. Aya
ni siquiera terminó su helado. Ken recogió el
solitario cono y se dedicó a devorarlo
A pesar
de que el día era hermoso y cálido, Omi decidió
quedarse adentro para hacer ciertas pirateadas de rutina
en la red. Admitía que la computadora monopolizaba sus
noches, pero en lugar se tratar de socializar, también
le había permitido ocupar sus tardes. Ciertas emociones
extrañas corrían incontrolables por su interior,
distrayéndolo de su hobby. La mayoría centradas en Ken
y el inusual plan que los dos hicieran para esa noche.
¿Por
qué acepté ? suspiró Omi, desplómandose sobre
el teclado, observando las líneas de palabras sin
sentido que cubrían el monitor. Se quedó así hasta que
el beep de la computadora lo urgió frenéticaamente a
levantarse. A Omi le gustaba Ken y lo consideraba un
excelente amigo, mucho más cercano que Aya o Youji.
¿hacía eso que se sintiera mejor por haber aceptado una
reservación para dos en una suite matrimonial ? ¡No!
Tal vez Ken
sólo quería un poco de espacio y había pensado que la
suite en el hotel los alejaría de todo por esa noche.
Pero el concerje del hotel que llamara para confirmar la
reserva había dicho específicamente suite
"matrimonial". ¿Podría su amigo tratar de
aprovecharse de él en ese cuarto ?
No... son
ideas mías.
Volvió a tipear
distraídamente, encontrando al mirar el monitor que el
nombre "Ken" estaba repetido ocupando media
página. No puede ser. Omi se apresuró a
seleccionar todo y borrarlo antes que alguien entrara y
viera las palabras que venían después del nombre de
Ken.
Aya...
Los ojos de
Youji se pusieron en blanco, alzando un par de pijamas
primorosamente doblados de la caja deshecha. No sólo
eran negros con delicados botones dorados, también eran
de seda. Suave, fresca seda con un bolsillo en el pecho
donde su nombre había sido bordado. Una breve nota
había sido escondida en la caja, escrita en papel con
flores.
- Querido
Youji
Ya que escribís tu nombre en tu ropa interior
(lo cual no me molesta en absoluto), pensé que
apreciarías la propiedad de estos pijama.
Ponételos para mí esta noche. Con amor,
- Aya
Y
cuando te vea esta noche, vamos a tener una larga
discusión sobre cuán poco romántica es esta carta.
Mejor me
empiezo a preparar murmuró, anticipando ya su
encuentro.
Aya había
reservado dos noches en un hotel modernizado para ellos,
tomándose incluso la molestia de reservar la suite
matrimonial. No era particularmente adecuado,
considerando las muchas veces que habían estado juntos
en el asiento trasero del auto de Aya. Youji había
ofrecido su convertible, más amplio, en varias ocasiones
pero Aya había declinado la oferta. Como fuera, ¿quién
los iba a pescar ? Ellos hacían la pareja más atípica
los dos opuestos atrayéndose en el filo de la
noche pero de alguna manera la cosa salía bien.
Youji se
estremeció mientras pasaba la parte superior del pijama
por su cabeza, pensando en cómo se la sacaría Aya más
tarde.
¿Llegué
muy temprano? La llave tintineó en la cerradura por
un momento mientras Aya trataba de no estrujar sus
flores. Entró en el cuarto, esperando encontrar a Youji
en la cama y aguardando. El cuarto estaba completamente
vacío y a oscuras, con velas destellando de un mueble a
otro. ¿Y ahora qué se propone ?
Incluso la
enorme cama había sido rodeada con velas, ardiendo a los
pies de la cama o sostenidas con adhesivo en sus
extremos. Demasiado extraño para que Aya se lo
cuestionara. Dejó el ramo de flores en una silla vacía
y buscó un recipiente para ponerlas.
¿Youji-chan ? ¿Estás acá ?
Alguien
había abierto el agua caliente en el baño. Aya no lo
había escuchado en un principio a causa de la puerta a
prueba de sonidos, pero ahora veía y sentía el vapor
que salía ondulante a través de las junturas del marco.
Oh, así que ése es tu juego. Sus ojos azules se
oscurecieron de lujuria, su mano buscando el picaporte.
No
necesitás salir, Youji-chan. Yo entro el picaporte
giró y se trabó. Estaba cerrado ¿Youji ?
Entonces Aya
escuchó el suave canturreo por encima del correr del
agua, cambiando de tanto en tanto a tonos más agudos. Se
estremeció de pies a cabeza, tomando nota mental de que
Youji nunca cantaría de nuevo. Sin ánimos de
ofender, pero sonás como una nena. Aya volvió a la
cama, se desvistió y esperó con impaciencia que Youji
saliera.
Silencioso pasos cruzaron el suelo, ojos curiosos fijos
en el abultado diseño de la cama. Alguien había
decidido irse a dormir temprano pero no por mucho tiempo.
Ken se deshizo de su ropa de calle, tironeando
frenéticamente de sus botas. ¿Podía estar Omi
durmiendo ?
Hola.
Mmmm...
llegás tarde gruñó la voz. Se desperezó,
bostezando de cansancio y aburrimiento de tanto contar
los minutos en su reloj. Gracias por...
Ken se le trepó
encima, poniendo una mano sobre su boca.
Antes que
digas nada, hay algo que necesito decirte yo a vos.
La voz comenzó
a protestar, con un breve forcejeo al que Ken le puso
fin. Localizó los brazos de Omi y los sujetó a la
cabecera con una mano, presionándolos con fuerza. Tal
vez los dos lamentaran lo que estaba por ser revelado,
pero al menos Ken podría finalmente ser sincero consigo
mismo y con su amigo.
Omi, he
pensado en esto mucho tiempo.
Más sonidos
sofocados, tornándose frenéticos al ser ignorados por
Ken. Él miró hacia la ventana, entristecido porque no
podría ver los grandes y brillantes ojos de Omi o su
incocente sonrisa. Si todo progresaba sin tropiezos, tal
vez tuviera la suerte de despertarse a esa sonrisa.
Somos
amigos y debemos ser sinceros entre nosotros Ken
aulló cuando una rodilla intentó golpearlo bruscamente
entre las piernas, pero alcanzó sólo su muslo.
¡¿Podés escucharme por un minuto?!! No te voy a matar.
Te estaba diciendo...
... y si hay algún problema, deberíamos hablarlo
finalizó Aya. Comenzaba a sentirse miserable
escuchando a Youji cantar en la ducha. Si Aya hubiera
querido escuchar cantar a una chica, habría hecho la
cita con una chica. ¿Cómo podía su amante sonar tan
lastimoso ?. Youji, ¿me podés oír desde ahí
adentro?
Arcoiris
en el cieeeelo cantó la voz, demasiado melódica y
melosa para que Aya pudiera tolerarla.
Youji...
estás adelgazando mis nervios. Cortala o voy a tirar la
puerta abajo.
Plata
brillando en las nuuubes... la la la...
¡ARGH! ¡YOUJI! Aya se tapó los oídos,
entrechocando los dientes y rechazando la imagen de una
chica bailando bajo la ducha. Creí que le gustaba el
rock, no la música coral.
Todo este tiempo, en realidad yo estaba enamorado de vos.
Traté de fingir que no pasaba nada y mantener nuestra
amistad intacta, pero realmente te amo, Omi. Vos sos más
que un amigo para mí.
Quince minutos
habían pasado y las manos de Ken se habían adormecido
manteniendo los brazos y la boca de Omi inmóviles. Se
apartó de su amigo, frotándose los brazos para
recuperar la circulación, esperando que la respuesta no
sería demasiado severa.
¿Ken ?
¿Sí,
Omi ?
¡SOS UN
IDIOTA ! ! !
¡Aiii!!!!
El pobre
muchacho, sobrecogido, cayó de la cama hecho un
desorden, rebotando sobre sus pies para incorporarse
incrédulo.
¿Y...Youji-kun... cómo...?
Olvidate,
Ken. Fingiré que no pasó siempre que vos también lo
hagas Youji se masajeó los brazos acalambrados,
tirando a Ken de nuevo al piso de un empujón para evitar
verlo. De todas las estupideces para hacer...
¿Yo ?
¡Vos sos el que está durmiendo en mi cama !
No. Vos
sos el que no puede acusar a nadie. Salí, chequeá el
número en la puerta y vas a entender tu error. Ahora..
¡ANDATE !!!
Ken se abalanzó
a la puerta en calzoncillos, maldiciendo por lo bajo la
estupidez de Youji. Cuando la abrió de un tirón,
dio un grito triunfal.
¡Tenía
razón yo ! ¡Vos te equivocaste !
Por favor
no seas tan chiquilín le llegó el irritado
gruñido de Youji. No podemos estar en lo correcto
los dos y estoy bien seguro de que este es mi cuarto.
Incluso tengo la llave correcta.
Si estoy
en el cuarto equivocado, entonces Omi debe estar en el
cuarto correcto.
¡Esperá
un minuto ! Si Omi está en el cuarto correcto,
¿entonces Aya está en el cuarto equivoado ?
¿Aya ?
¿Y qué tiene que ver Aya con todo este kilombo ?
Youji, te lo advierto por última vez. O dejás de cantar
o me voy a casa.
¿Huh ?
la ducha se cerró, dos pies chapotearon a través
del baño hacia la puerta. ¿Ken, ya llegaste ?
¿KEN?
eso fue todo lo que Aya pudo oír antes de arrancar
la puerta de sus goznes ¡¿Me metés los cuernos
con Ken?!! su mente no pudo asimilar lo que sus
ojos estaban viendo, aun cuando Youji y Ken irrumpieron
en el cuarto gritándose uno al otro. Omi...
¡¿AYA?!!
¡Ahhh!!!!
Los cuatro se
miraron con horror mientras Omi se cubría con una
toalla, Aya trataba de arreglar la puerta y Ken sentía
que su estómago daba saltos mortales. Youji fue derecho
a la cama, hundiéndose entre las sábanas y enterrando
la cabeza bajo una almohada.
¿Podría
alguien decirme por favor qué está pasando acá ?
Omi pasó de puntillas junto a Aya para pararse
cerca de Ken. ¿Ken?
Estás en
el dormitorio equivocado Ken manoteó el brazo de
Omi y se lo llevó a rastras antes de que Aya reaccionara
según su temperamento pelirrojo y los matara a
todos. Tenemos que hablar.
¿Pero
qué hacen Youji y Aya acá ? ¿Ken-kun?
La puerta se
cerró de un portazo tras ellos con un colérico Aya
caminando alrededor de la cama.
¿Tenés
alguna idea de lo engorroso que fue eso ? ¡Youji!
Alguien
confundió los números de cuarto. Al menos no lo tuviste
a Ken babeándose encima tuyo, pensando que eras Omi.
Nunca lo voy a poder mirar como antes otra vez.
¡¿Que
Ken hizo qué?!!
Aya,
vení a la cama Youji palmeó el espacio junto a
él, perdiendo el equilibrio cuando Aya saltó sobre
él. No fue mi culpa. Dejá de actuar tan
arrebatado.
Aya besó a
Youji apasionadamente, contando por cuánto tiempo el
hombre podía contener el aliento. Su lengua empujó los
blandos labios, sofocando el gemido que provocara el
beso.
Me alivia
saber que no eras vos el de la ducha.
¿Y por
qué ?
El pelirrojo
jugueteó con los botones de la camisa de seda de Youji,
besándolo de nuevo.
¿Alguna
vez escuchaste cantar a Omi ?
¿Tan
malo ?
Peor.
Los dos rieron
con aire conspirador, y siguieron bromeando al respecto
aun cuando el flamante pijama nuevo de Youji encontró su
camino al piso.
¡A veces Youji actúa igual que vos !
¿Huh ?
Ken continuó
golpeando su cabeza contra el poste de la cama.
Se
quedó ahí tirado mientras yo desnudaba mi corazón.
Alguien de su tamaño podría haberme echo a un lado...
con facilidad.
Quizás
no Omi abrazó a Ken desde atrás, sonriendo para
sus adentros. Quizás es que sos demasiado fuerte.
Más fuerte incluso que Aya.
El muchacho más
grande enrojeció, aceptando el cumplido antes de poner
en duda el atrevimiento de Omi.
Vos sólo
tratás de hacerme sentir mejor. Nadie es más fuerte que
Aya.
Comparado
con vos, Aya es puro ladrido y ninguna mordida. Vos
tenés mucho más que él. Mucho, mucho más... Ken-kun
Omi sonrió maliciosamente, demostrando exactamente
a qué se refería dslizando una mano hacia abajo.
¡AYA!!!
Omi escuchó el
desesperado grito a través de la pared, preguntándose
qué podía estar haciendo Aya para que Youji gritara
así.
Siempre
sospeché de esos dos.
¿Cómo ?
Yo nunca lo hubiera adivinado empezó a resoplar
mientras la mano de Omi seguía bajando, siempre
abrazándolo desde atrás. Este amiguito suyo era
definitivamente más agresivo que lo que demostraba ser.
Hay un
montón de cosas que no sabés... incluyendo esto.
¡OMI!!!
Omi rió y
siguió con lo que estaba haciendo, sin importar que el
ruido en la otra habitación se había incrementado. Esa
noche tenía mucho más potencial que los videojuegos o
internet. Ahora sus más alocadas fantasías estaban por
hacerse realidad.
Fin
Principal |
|
Yaoi |
|
|
|
|